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I Encuentro Mujeres de la Diáspora en Oviedo: Olga Crespo

Esta semana podremos leer la historia de Olga, enfermera, profesora universitaria y madre.

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CAPÍTULO I: Mi origen

Soy hija de una venezolana de profesión secretaria, con un inmigrante español, asturiano de oficio maestro de obras. La menor de 5 hermanas.

Estudié Enfermería en la Escuela Nacional de Enfermería (ENE), Dr. Francisco Antonio Rísquez de Valencia, Venezuela. Donde me gradué a los 17 años de edad, siendo la más joven de mi promoción.

Trabajé como enfermera y simultáneamente estudiaba en la Universidad el grado de Licenciatura en Enfermería. Grado obtenido en 1987.


Ese año, fui becada para estudiar en Madrid en el Hospital de La Princesa y posteriormente ir a fundar la Unidad de Trasplante de Médula Ósea en la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera de Valencia, antiguo Hospital Central. Allí organicé y coordiné el primer trasplante de médula ósea realizado en el país.

Por esa acción recibí “El Botón de Oro de la Ciudad de Valencia”. Reconocimiento otorgado por la Alcaldía de la ciudad.

Posteriormente concursé en la Universidad de Carabobo para el cargo de profesor instructor a tiempo completo, ganando concurso; segundo lugar entre 33 participantes.

En la Universidad de Carabobo, trabajé durante 25 años, alcancé el máximo escalafón, el de profesor titular a dedicación exclusiva.

Durante mi transitar como profesora, realicé una maestría aquí llamado Máster en Cuidados Intensivos. Posteriormente cursé doctorado en Ciencias Sociales, obteniendo el título de Doctora con mención Honorífica por mi tesis. Siendo la primera enfermera del país en obtener un doctorado en ciencias sociales.

Di clase en el grado, en el Máster y en el doctorado. Organizaba eventos científicos y hacía investigaciones.

Durante esos 25 años de fructífera labor universitaria, logré consolidar una vida familiar. Me casé con el que fue mi primer amor en el “ciclo básico Común” aquí conocido como la “ESO”, Frank Eliezer Hernández Tranquini, con quien FELIZMENTE CASADA tengo 32 años. De nuestra unión hay 2 hijos, Frank Isaac de 27 años, Psicólogo, e Isaac Vicente de 24años, que estudia el último año de carrera RRHH y Relaciones laborales.

CAPÍTULO II: El despegue

Entre paros, huelgas e interrupciones, en el 2014 con las conocidas “guarimbas”. Duramos 1 mes encerrados en casa sin asomarnos a las ventanas ni a las puertas de la calle, por temor a recibir un disparo.

La expresión de mi hijo mayor: “mamá, no quiero vivir así, estoy perdiendo tiempo valioso encerrado y no veo salida futura”, aunado a la imposición del plan de la Patria en los institutos educacionales, donde pretendían borrar la historia y colocar los cuentos que al régimen le interesaba, generó y movieron todas las fibras que componen mi cuerpo humano para reflexionar sobre el futuro de mis hijos.

Esa fue la principal motivación para salir de Venezuela, decidimos en reunión de familia que debíamos “mudarnos” a otras tierras para ofrecer futuro y seguridad a mis hijos.

Allí fue cuando iniciamos las consultas para poder abrirle camino en estas tierras.

Sin pensarlo 2 veces, orienté la artillería hacia España. ¿Por qué? Muy sencillo, era mi segundo país. Al ser hija de español, tenía la nacionalidad y desde el año 89 ostentaba la doble nacionalidad. Nacionalidad que le otorgué a su vez a mis hijos, apenas nacieron.

Teniendo esa gran ventaja de llegar con documentos de identidad a un segundo país, no quedaba más que pedir orientaciones para hacer las cosas con paso firme.

Decidimos que fuese Asturias, por muchas razones, la principal, es la tierra donde nació mi padre y está mi familia paterna y como dicen aquí, la tierrina llama.

En la embajada nos orientaron sobre los pasos a seguir para ingresar a la universidad. Mediante correo electrónico, se solicitó a la universidad de Oviedo el cambio de expediente para el grado de psicología. Siendo la respuesta positiva en julio del 2014. Para ese momento había problemas en el país para adquirir boletos aéreos. Estábamos en una delgada línea que nos podía hacer perder ese ansiado cambio.

A través de un amigo de mi esposo, asturiano de Colloto, quien tenía una amiga, también asturiana, que tiene una agencia de viaje, lograron conseguir los boletos facturados desde Colombia, algo nunca visto y a aprecio exorbitante, pero era eso o no salir.

CAPÍTULO III: La llegada

En una maleta de 23 kilos, traía 52 años de vida y en el corazón un océano de experiencias, vivencias, deseos y ganas de empezar a vivir en la nueva ciudad donde decidimos residenciarnos, Oviedo, un 27 de agosto del 2014.

Llenos de expectativas y mucho miedo, si, miedo, asumí el rol de madre y padre, porque mi esposo se quedó en Venezuela finiquitando todo lo que se debe hacer cuando uno decide mudarse de casa, en nuestro caso de país.

Llegamos a un hotel, en la calle Jovellanos, esa fue mi primera casa, como suelo llamarlo. Buscamos piso y gracias a Dios encontramos el adecuado en todos los sentidos y aún estamos en él.

Se realizó la inscripción del hijo mayor en la universidad y del menor en el instituto.

Yo no vine con intenciones de trabajar, en ese momento permitían enviar las remesas de jubilaciones a otros países. Poco duró la alegría. Suspendieron los envíos y me ví en la imperiosa necesidad de buscar trabajo.

Pensé que sería fácil al tener documentación en orden, pero no. Inicié entonces, el escabroso camino de la homologación de título universitario para trabajar en lo que es mi profesión de base “enfermera”.

Mientras homologaba fui a la universidad, a la escuela de enfermería, pensando que con mi trayectoria lograría insertarme en la actividad que hacía en Venezuela, dar clases de enfermería. Pues fui muy optimista, acá el sistema es totalmente diferente y entiendo que sin homologar no contratan. Donde metía la cabeza me cerraban las puertas.

Fue duro, porque desde los 17 años que me gradué de enfermera, NUNCA HABÍA BUSCADO TRABAJO. Los trabajos me buscaban a mí.

El proceso de homologación se prolongó, luego de un año, me solicitaron otra documentación y para obtenerla se tardó casi 6 meses, por lo que el período de espera para ello caducó y debí iniciar de nuevo el proceso.

Me volví acosadora del ministerio de educación cultura y deporte de España, les enviaba cartas solicitando respuesta de mi homologación cada 15 días. Hasta que ¡por fín! un día DESPUÉS DE 4 AÑOS, me respondieron con una condición: “debía cursar una materia” la ironía es que la materia a cursar era la que yo impartía como profesora en Venezuela.

CAPÍTULO IV: Mi odisea

Antes de narrar lo que fueron mis inicios en el campo laboral, debo expresar lo que viví esos 4 años sin trabajar.

Ante una flagrante depresión, que apareció a los 6 meses y conocedora de sus signos y síntomas por haber vivido dos previamente, acudí a la médico de cabecera para que me medicara pues, sabía que sola no iba a poder. Depresión lógica por la soledad en la que me encontraba.

Para ese momento eran pocos los venezolanos en Oviedo y no conocía a ninguno. No se habían agrupado para dar apoyo y acoger al recién llegado. Normal, nosotros no teníamos cultura migratoria.

Soledad porque mi esposo no se había podido venir aún, por afrontar el Bullying que le hacían a mi hijo menor en el instituto, que me obligó ir a fiscalía para denunciar, por no encontrar trabajo, por no tener amigas, por no tener con quién tomar un café; a pesar de tener a toda mi familia en Madrid mis padres, mis hermanas, cuñados y sobrinos. Sabemos que viajar a Madrid parece fácil, pero a veces no lo es y más con una depresión.

Para ese mismo tiempo, mi hijo mayor conoció a un chico venezolano en la universidad. Este chico Manuel, huérfano de padre, le planteó a mi hijo que las madres se conocieran para que se hicieran compañía pues ambas estábamos solas.

Organizamos un arepazo en casa y desde ese día Gladys Teresa se convirtió en mi hermana casi gemela. Compartíamos gustos, hablábamos hasta por los codos, nos contábamos secretos, éramos cómplices, nos reíamos de nosotras mismas, y llorábamos cada 2x3. Mi hermana Gladys. Ambas deprimidas.

La médico de cabecera me medicó, pero también me refirió, al centro social de Teatinos en mi zona (cosa que le agradeceré toda la vida); allí encontraría la Asociación de “Amas de Casa”.

Fue un impacto aquel nombre, pero no puse resistencia. Impacto porque al ser una profesional con título doctoral, ¿Cómo IBA A ESTAR EN UNA ASOCIACIÓN DE AMAS DE CASA?

Prejuicios de nosotros los venezolanos.

En esa asociación tenían distintas actividades: baile, yoga, manualidades, patchwork, trabajo en cuero. Me apunté a casi todas. Busqué en otras asociaciones. Me inscribí en curso de cocina, bisutería, hacían excursiones, participaban en el desfile de carnaval, etc. Pero fue gracias a esas actividades de esa asociación que la dirige Ángeles, que pude superar la depresión, más, que con la medicación. Fueron un gran apoyo, me recibieron y acogieron como una más, sin preguntar NADA.

En yoga, aprendí a relajarme y a cuidar mi cuerpo. El yoga era una actividad que en Venezuela veía imposible de hacer por mi personalidad tipo “A” y porque no tenía tiempo.

Y fue en yoga donde conocí a las que hoy son mi familia elegida, mis hermanas de la vida asturiana. Hasta el día de hoy son mi apoyo y fortaleza. Con ellas empecé a reír, a disfrutar de nuevo, a vivir. Mis mosqueteras Geli, Marisol y Elisa. Cariñosamente las llamo mis “CHUPIPANDI”

Gracias hermanas, no existe moneda en el mundo que pueda pagar lo que han hecho por mí y por mi familia.

Simultáneamente, fui acogida por la parroquia de San Juan El Real para ser catequista. Me incorporé con ellos al equipo de Cáritas y al grupo de oración al cual aún asisto. También fui voluntaria para acompañar al Santísimo una hora un día a la semana. Sentía que tenía que retribuir de alguna manera la bendición de poder estar en este país. Me refugié en Dios y en la Santísima Virgen. Ellos me levantaban y acompañaban cada día.

Actualmente me cambié y sigo de voluntaria en Cáritas de la parroquia Nuestra Señora de Covadonga que queda en el barrio donde vivo. Ya no soy catequista, las actividades laborales me limitan.


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CAPÍTULO V: Incursión en el mercado laboral

Realizo el procedimiento burocrático para iniciar prácticas en el Hospital de Cabueñes. Como era la primera en homologar bajo esta condición fuimos aprendiendo simultáneamente el decano, el personal del hospital y yo.

Me asignaron una enfermera, con la que debía realizar la misma rotación de horarios que ella, es decir 2 mañanas, 2 tardes, 2 noches y 4 días libres, durante 4 meses.

Lo bueno empieza ahora. Inicio actividades con muchísimo temor, porque tenía más de 15 años sin tocar a un paciente. Asustada no, lo siguiente, sin embargo, uno de mis adagios de vida es que: “lo que se aprende bien aprendido, muy difícil que se olvide”.


Eso me animaba para afrontar la experiencia de estar en un gran hospital como ese. Pero ¡qué va!!! No imaginaba remotamente lo que me iba a encontrar…

Hay una brecha de unos 20 años de atraso de Venezuela, con relación a España en lo que respecta al sector salud. La cantidad de avances científicos, tecnológicos, equipos, materiales y procedimientos, son incontables en cuanto al cuidado de enfermería se refiere.

Cabe destacar que, en cuanto a principios científicos, enfermería venezolana, tiene la frente muy alta en su ejecución, ¡pero en cuanto a los nuevos materiales puf! Quedamos pasmadas viendo la variedad y la abundancia existente.

Mi primer día en Cabueñes lloré muchísimo, por varias razones. Un de ellas la emoción, de incursionar en lo que me apasiona. Otra, volver a mis raíces, luego de tantos años dando clases, hacer lo que es mi formación de base me llenaba. Una tercera razón, ver como desperdiciaban material sanitario de manera grotesca, eso me hacía recordar las dificultades y la escasez de materiales que se vive en Venezuela y me parecía irónico ver que no valoraban lo que usaban. En ese entonces, mi esposo y yo colaborábamos en la Asociación de venezolanos en Asturias y recaudábamos medicamentos y material médico quirúrgico, para enviarlo a nuestro país.

Luego de enjugar mis lágrimas me apreté el cinturón y me puse las pilas.

Fui recibida con respeto, fraternidad y cooperación en la planta de medicina interna y en la de cirugía del hospital de Cabueñes. En ambas fueron solidarias, me trataron con igualdad.

A pesar de hablar español, de usar los mismos libros de texto en la carrera y hacer los mismos procedimientos, el choque comunicacional es grande. Hay diferencias en los nombres para las mismas cosas, por ejemplo:

Venezuela España Estetoscopio Fonendoscopio Rutina de laboratorio Analítica Glicemia Glucemia

Cánula de mayo Tubo de Guedel Torniquete Compresor Hematología Hemograma Adhesivo Esparadrapo Pato Cuña Catéter periférico Abocath Scalp o pericraneal Palomilla Urinal Botella Jofaina Palangana Abdomen Tripa Costra Postilla

Gracias a realizar esa asignatura pude adentrarme, conocer y entender el sistema de salud de España.

He trabajado en privado, a mi edad, trabajar en el sector público, donde estás rotando diariamente de área, no me va.

CAPÍTULO VI: Mi realidad

Enfermería es la profesión que me ha dado todo lo que soy. Gracias a esta profesión he podido trabajar en lo que me gusta. Mi estado anímico caracterizado por una sonrisa, buen humor y trato cortes, son el reflejo del agradecimiento que siento ante Dios y La Virgen. ¿Cómo puedo andar de mal humor si he recibido bendiciones en esta tierra?

Trabajar recordando tus raíces y que te pregunten: ¿por qué siempre estás contenta? Que los pacientes te digan: ¡así da gusto que te atiendan! Son las recompensas que te llevas a la cama y te ayudan a conciliar el sueño.

Pertenecí a la comisión de investigación del Colegio de Enfermeras del Principado de Asturias (CODEPA) y la coordiné.

Recientemente impartí un curso sobre elementos básicos de investigación en enfermería. Poco a poco he ido incursionando en actividades que para mí eran comunes en Venezuela. Me mantengo activa y eso me ayuda para mantener una estabilidad psíquica y emocional.

Tengo muchos amigos españoles con los que salgo a compartir. Y ahora gracias a Avao, muchos venezolanos en Oviedo.

Se que no soy la típica migrante que vino a buscarse la vida. Me vine a salvaguardar la vida y la salud mental de la familia y eso me mantiene de pie. No tengo familia en Venezuela.

Es difícil explicar a los asturianos o españoles en general, lo que se siente el poder desplazarte en transporte público sin estrés. Poder ir al supermercado y encontrar galleta María, comprar lo que quieras, cuando quieras, poder caminar de noche por la ciudad, entrar a un bar y tomar un vino. Todo lo que para España es “normal” para nosotros es “EXTRAORDINARIO”. Estoy agradecida de por vida y doy gracias a Dios a cada instante por todo lo que estoy viviendo.


SOLO PUEDO DECIR GRACIAS PAPÁ POR NACER EN ASTURIAS.


 
 
 

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